Como pasa con los viajes de última hora la llegada y el aterrizaje del Marco y la Tostadora a la capital británica fue dudosa y con nervios. Sin el impulso, la ayuda crucial de un par de amigos, la ingeniería del especialista en atrezzo y las manos de aquel ferretero de Brixton nada hubiera sido posible. Llegaron a London con consejos: no traducir los Pounds a Euros, llevar sobrecitos de café y comprarse la Oyster sólo bajar del avión. Allá alucinaron, millas y millas, caminaron toda la ciudad, de Holborn al Tate, de Nothing Hill al Royal Collage of Art, pasando por la estatua de Peter Pan y del 1001 a la Foundry (con una pequeña parada en la Alhambra, pero eso no se lo digas a nadie, que fue secreto). Y todo esto con sol, luego paraguas, de nuevo sol y al final un poco de nieve, pero sin pasar frío (así que la ropa térmica y el gorrito naranja aparcados, “pá que!”).
En el tube el Marco coleccionaba caras de diferentes países, quedó fascinado con la cantidad de culturas, en tanto, que la Tostadora practicaba el mejor de sus ingleses preguntándose por qué todo el mundo con tan solo una frase sabía que era española. Quedaron cansados de tanta Kate, tanta posh y tanto Doherty, descubrieron la NME, ¡genial!, se cansaron de enseñar el ID, (y es que aquí uno parece más pequeño), comieron nuggets, chips por un pound y salieron hasta más no poder. La tarde del Jueves cada cual tomó su ruta, la Tostadora fue a second Hand Shops y no encontró amante alguno, demasiado Punks, demasiado indies, ¡en Londresde todo es demasiado!, pensó; el Marco, después de dedicarle un “Take Care”, al más british style, fue a Saint Martins y vió que en la biblioteca no leen, sino que cosen, cortan y pegan. Se reunieron en el Starbucks de Liverpool Street y se dieron cuenta que quedar en multinacionales no es moco de pavo. Pero la agonía de la búsqueda acabó con un beso inolvidable y nosotros quedamos sorprendidos.
Y mientras ellos decidían si fluir o planificarse nosotros seguimos observando estas realidades enmarcadas, viendo que las historias están dentro de otras historias y nos gusta, como al Marco la Tostadora y a la Tostadora, esta vez, no sabemos quien, pero tú… ¿en qué te fijas?